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Mas no mucho después dió en ella un viento repentino, que se llama Euroclidón.
Y soplando el austro, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, alzando velas, iban cerca de la costa de Creta.
Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo resistir contra el viento, la dejamos, y erámos llevados.