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Miré, y no parecía hombre, y todas las aves del cielo se habían ido.
Miré los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruídos.
Miré, y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran asoladas á la presencia de Jehová, á la presencia del furor de su ira.