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Cercáronme sus flecheros, Partió mis riñones, y no perdonó: Mi hiel derramó por tierra.
Próspero estaba, y desmenuzóme: Y arrebatóme por la cerviz, y despedazóme, Y púsome por blanco suyo.
Quebrantóme de quebranto sobre quebranto; Corrió contra mí como un gigante.