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¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?
Como cierva amada y graciosa corza, Sus pechos te satisfagan en todo tiempo; Y en su amor recréate siempre.
Pues que los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.